Hace algún tiempo, una compañera vino con las uñas pintadas. Vale, hasta aquí
todo normal, lo que no era tan normal era ese color que se me puso. Creo que
junto a la Gran Muralla China, era lo único creado por el hombre que se podía
ver desde el espacio.
Y claro, esto me hizo reflexionar sobre la manera de vestir y
complementar en el trabajo.
He de decir que aquí en mi curro no tenemos uniforme, aunque hay alguna
amiga, como Gloria L. que dice que a ella la parecería fenomenal que lo
usáramos, que así no tendría que andar por las mañanas pensando qué ponerse. Bueno, yo he visto a
algunos que tampoco es que se lo piensen mucho (entre los que me
incluyo)
No, en serio, estaría bien tener uniforme. Pantalón gris de pinzas,
jersey de cuello de pico azul marino y camiseta blanca de cuello vuelto para
ellos. Falda a cuadros tableteada, blusa blanca y rebeca azul para ellas (más de
uno vería sus fantasías cumplidas). Y por supuesto el escudo grabado en el
pecho.
Y así, cada vez que termináramos algún proyecto bien, podríamos correr
por toda la sala, besando el escudo, como los futbolistas, haciendo algún tipo
de celebración absurda, como cuando ellos hacen que limpian las botas del que ha
marcado el gol, pues nosotros podríamos hacer como que limpiamos el teclado del
que haya hecho el bucle más complicado (este es un término informático que mucho
no entenderán, y los de la LOGSE, menos)
Pero hasta que nuestros jefes se decidan a imponer el uniforme (que
bonito sería vernos entrar y salir a todos a la vez, uniformados, llevando el
paso, saludando a nuestro director que, asomado al balcón, nos arengaría para
trabajar con más ahínco), pues hasta que esto suceda, cada uno va como quiere, o
como puede, o como le dejan.
En mi departamento, concretamente, la vestimenta es signo de categoría.
Tú eres un currito normal, que puede ir a trabajar en vaqueros y camiseta, pero
en cuanto te dan la noticia de que te hacen jefe, lo primero que tienes que
hacer es comprarte un traje, porque el cargo va acompañado de un cambio de
indumentaria, para poder distinguir a las distintas castas del departamento. Es
algo así como que te hacen jefe y ya tienes que ponerte corbata, para recordarte
que tienes la soga al cuello.
En otros departamentos no sucede lo mismo, ya que hasta los curritos más
básicos van en traje, menos los viernes, que se puede ir de “casual wear”, o lo
que es lo mismo, pantalones de pinzas y polo.
Y aunque aquí nos dejen venir, más o menos, como queramos, bien es cierto
que hay algunos/as que se pasan.
Tengo algún compañero que va con el look “pantalones cagados”, creo que
todos sabéis a lo que me refiero. Que eso está muy bien para ir por la calle
haciendo el ridículo, cada cual a lo suyo, pero vamos, me parece excesivo para venir al trabajo, que
esto no es Googles. Si los calzoncillos se llevan por debajo del pantalón
(excepto supermán, que tiene que dejarse las mallas finas con cada uno de sus
super cuescos), será por algo, que no tengo yo gusto por ver la ropa interior
que te has puesto (al contrario que nos sucede con las mujeres. Qué curioso
efecto, habrá que estudiarlo en profundidad), sobre todo porque la de los tíos,
excepto si nos olemos que puede haber plan, no suele ser muy bonita, nos
decantamos más por lo cómodo, pero eso sí, limpio, que ya nos lo decían nuestra
madres: “ponte ropa interior limpia, imagina que te pasa algo y te llevan al
hospital, que vergüenza si vas con los calzoncillos viejos.”
Lo normal, entre los que vamos de vaqueros, es que no tengamos muchos
reparos en ponernos los primero que pillamos del armario por la mañana. Esto
viene a ser: el vaquero (no unos vaqueros, sino “los vaqueros” que tocan ese
mes), camiseta y algo encima (polo, camisa a cuadros o jersey), que nos
quitaremos en cuanto entremos en la oficina, y “el abrigo”. Y es que nosotros,
cuando pillamos un abrigo calentito, cómodo, y que más o menos nos siente bien,
se convierte en nuestro mejor amigo y vamos con él a todas partes, sin importar
que sea un día de diario, fin de semana o nuestra boda.
Luego están los que llevan el estilo “Julián Muñoz”, esto es, camisa o
polo metidos por dentro del pantalón, y el pantalón subido hasta los mismos
sobacos, que tiene que ser como llevar un tanga con perneras. Además este estilo
lo suele llevar gente que no marca abdominales precisamente, bueno si, pero sólo
marca una abdominal, profusa y amplia, y claro, el estilo “Julián Muñoz” lo
único que consigue es potenciar sus “cualidades” y comprimir su, como diría mi a
amiga Kuki, su “carisma”.
Y no puedo terminar el repaso a la moda masculina de mi curro sin hacer
una mención especial a un chico que ya no sigue con nosotros, pero que marcó
tendencia. Con un estilo propio denominado “aprovechamiento integral de la
ropa”, que consistía en usar la misma ropa desde los 17 años, o al menos en
comprarse la misma talla. Camisas con los botones suplicando poder escapar, y
pantalones de vestir, no ya pesqueros, sino directamente piratas. Que en un tipo
alto como él, le conferían un aspecto altamente ridículo.
Y hasta aquí la moda masculina. Me reservo para el próximo post el repaso
a la indumentaria femenina, aunque desde ya advierto que puede haber comentarios
altamente machistas, influenciados más por la ignorancia que por la malicia, así
que agradezco cualquier aportación que vosotras, féminas currantas, podáis
hacerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario