Bueno, pues aquí está la segunda parte del post, la
más deseada, sobre todo por mis seguidoras. La verdad es que las hay que son un
poco masoquistas y puede que alguna, después de leer esta entrada deje de
hablarme.
Si para los hombre podíamos dividir la forma de
vestir en tres grandes grupos, a saber: trajeado (con su versiones Zara, Moda
Joven, Caramelo o a medida, depende de tu estatus), casual (con su versión
“Julián Muñoz”) y sport (con su díscola versión “pantalones cagaos”), para las
féminas no es tan fácil, ya que, como se suele decir, cada mujer es un mundo, y
en algunos casos hasta dos o tres mundos distintos en la misma
mujer.
Aún así voy a intentar agrupar.
Por un lado tenemos a aquellas que llevan el estilo
“Consultora”, es decir, siempre ropa neutra u oscura, negra, gris, colores que
no destaquen, formas que no resalten las formas, pantalones rectos o faltas,
también rectas, por debajo de la rodilla, chaquetas, jersey que tapan, blusas
blancas con volantes, es decir, todo ese tipo de ropa que hace pasar
desapercibida a la misma Pilar Rubio. El estilo “Consultora” viene a ser como el
“casual wear” de las monjas, más o menos.
También están las “fashionistas”. Esas que van
divinas de la muerte, con faldas de formas imposibles, blusas que necesitan un
manual para poder ponérselas y que cada cosa quede en su sitio, telas que deben
haber llegado a la tierra en meteoritos, y claro, entre tanta doblez, vuelta,
trabilla, cinturón, fruncido y colores, al final me da la impresión de estar
viendo un caramelo de cabalgata de reyes con patas (a veces más que con paras,
con palillos)
Y me pregunto, alucinado, ¿a qué hora se deben
levantar estas chicas? Supongo que por lo menos a las 4 de la mañana para que
las de tiempo a leer las instrucciones y poder ponérselo.
Luego están las, como se dice ahora, “princesas de
barrio”, vamos, lo que viene a ser de
toda la vida de Dios, las chonis. Aquellas cuya máxima es: “menos tela es más”.
Faldas cortas, pero cortas cortísimas, como se suele decir, cinturones anchos,
pantalones cortos, ajustadísimos, incluso algunas veces pantalones de licra o
cuero tan pegados a la piel que si se tiran pedo se les salen las
zapatillas.
Y eso escotes.
Qué decir de esos escotes. Pero muchachas, taparos,
que me vais a coger un refriado.
Y aquí debo hacer un inciso para comentaros una
cosa.
Si, lo reconozco, a los hombres se nos va la mirada
al escote cuando estamos hablando con vosotras.
Lo sentimos, de verdad, no es nuestra intención,
queremos miraros a los ojos, esa es nuestra verdadera motivación, pero algo en
nuestro interior nos obliga a bajar la mirada, y lo pasamos, no mal, fatal,
porque nos dan mucha vergüenza esas situaciones. Así que si alguna vez nos
pilláis con la mirada desviada hacia ciertas zonas comprometidas, por favor, no
nos lo tengáis en cuenta, simplemente apiadaros de nosotros. A cambio dejaremos
que nos miréis el culo…jejeje.
Y dejando de lado la ropa, pues ya sólo quedaría el
grupo de las que visten normal, que son la mayoría, y con las que al final nos
casamos, pasemos al tema complementos y maquillaje.
Y en estos temas, normalmente, el problema está
siempre en el exceso, porque yo he visto, por ejemplo, anillos que necesitan una
carretilla para pode ser llevados. Juro haber visto pequeñas ciudades creciendo
en esos anillos.
Y con el maquillaje tres cuartos de lo mismo. Hay
algunas que por la mañana tienen que montar el andamio y todo para poder echarse
las paletadas de pintura. Y supongo que eso no sale a no ser que se laven con
aguarrás.
Pero chicas, que a nosotros nos gustáis más
naturales, con vuestro defectillos, vuestras arruguitas, vuestras patas de gallo
y algún que otro pelo suelto que da alegría. Por eso nosotros, algunas
veces….bueno, bastante veces, no nos afeitamos, porque sabemos que también os
gustamos naturales, en plan salvaje, estilo hombre de las cavernas.
Y para terminar esta magnífica entrada, una última
reflexión, con la que seguro que estaréis de acuerdo conmigo.
Si un chico ve que un compañero suyo lleva una
camiseta o una camisa igual a la que él tiene, irá corriendo a decírselo, todo
orgulloso, porque esas cosas nos unen como machos, e incluso quedarán en
llevarla los dos el mismo día y ya serán como hermanos de camiseta para toda la
vida, que es un lazo más fuerte incluso que el de hermanos de
sangre.
Pero, ay, como una chica vea a otra con alguna
prenda que ella misma
tiene. Se callará, agachará la cabeza, avergonzada por si alguna de sus amigas
se ha dado cuenta y se lo comenta, y en cuanto llegue a casa intentará
deshacerse de esa prenda para no volver a verla nunca más. Y si ya, por
casualidades de la vida, llegan a coincidir las dos el mismo día, con la misma
prenda, eso es la hecatombe. Las dos estarán evitándose durante todo el día,
intentando no pasar ni cerca de la otra, y ambas dos, en cuanto lleguen a casa,
llevaran a cabo el proceso de destrucción y ocultación de las
pruebas.
En fin, resumiendo, que cada uno se ponga lo que
quiera, mientras a él le gusta, ¿Qué importa lo que los demás puedan opinar? Que
ya se sabe que las opiniones son como el culo, cada uno tiene el suyo y le
parece el mejor.
Hasta pronto.
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